miércoles, 3 de agosto de 2016

¿Por qué hay comidas, como las patatas fritas, que no puedes parar de comer?

Seguro que alguna vez has dicho: “Qué mono tengo de chocolate”, o de una hamburguesa, de helado, de patatas, etc. Pero, ¿cómo se puede tener mono de ciertos productos?

Esas ganas de un producto específico, o ese “mono” que nos entra, la mayoría de las veces, está relacionado con la comida basura o alimentos con altos contenidos en azúcar. Porque a nadie le entra mono de comer brócoli o espinacas, ¿verdad? Exacto.
Esto sucede debido a que en nuestro cerebro se encuentran distintos neurotransmisores, como la dopamina o endorfinas, y áreas cerebrales que se activan cuando tenemos sexo, tomamos drogas o comidas ricas. “Esto ocurre con el objetivo de hacer que queramos repetir estas sensaciones”, apunta Jonathan García Allen, psicólogo, coach y director de comunicación de la web Psicología y Mente.
Ingredientes adictivos
Los alimentos con altos contenidos en azúcar, grasa y sal, son los que crean mayor adicción. La industria alimentaria ha mejorado sus recetas con el paso del tiempo y no solo utiliza estos ingredientes, sino que emplea otros que hacen que queramos comer más. Actualmente, “usan una serie de sustancias que despiertan nuestros más profundos instintos y nos invitan a comer más y más”, apunta el experto.
Otras sustancias que se utilizan son:
Diacetilo: una sustancia que se añade artificialmente a algunos alimentos para crear un sabor parecido al de la mantequilla. Esta sustancia se encarga de hacer a un producto irresistible gracias al olor que desprende. Está presente en margarinas, aceites, palomitas y snacks, entre otros.
Nitrito de sodio: este aditivo químico se usa para conservar las propiedades de carnes y fiambres, entre otros productos. Este aditivo ha sido objeto de controversia ya que, aunque su uso está justificado porque evita el desarrollo de bacterias en estos alimentos, si se adhiere en exceso produce una serie de reacciones químicas que se convierten en agentes cancerígenos.
Cafeína: es el estimulante más consumido en el mundo y eso demuestra que está completamente instaurada en nuestra sociedad. Se encuentra principalmente en refrescos y cafés, productos que se consumen en el día a día de millones de personas.
Acrilamida: este compuesto aparece durante la fritura y el horneado de ciertos alimentos provocando en algunos ese color marrón como las tostadas o el irresistible sabor de las patatas fritas. Este compuesto se produce cuando se superan los 175 ºC.
Por lo tanto, cuanto mayor sea la temperatura que se use, mayor será nivel de acrilamida contendrá ese producto. Además recalentar en el microondas un alimento que ya ha sido hemos calentado anteriormente también puede producir a este compuesto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) también ha metido mano en este asunto ya que en humanos podría ser cancerígeno.
Este compuesto lo podemos encontrar en patatas fritas tradicionales, patatas de bolsa, snacks de patata, galletas, café, frutos secos, tostadas, productos de panadería, etc.
Comiendo con los 5 sentidos
Como hemos podido comprobar en las características de estos aditivos, crear un olor y sabor irresistible es el objetivo de todos ellos. Hay que tener en cuenta que actualmente “comer no es un acto instintivo, sino que entran en juego los cinco sentidos, además de otros aspectos psicológicos como las expectativas, la memoria o las emociones”, destaca García.
Con estas características, nos compran, y aquí entra en juego el papel de la publicidad ya que “no se hace publicidad realista sino que se entran únicamente en el atractivo de la comida como los sabores, olores, consumirlo en un sitio agradable, etc.”, apunta Marta Bermejo, psicóloga de Psicomaster.

Cinco bebidas para conseguir un vientre plano

Los abdominales se hacen en la cocina. Está claro que no existe la receta mágica para lucir un vientre plano sin la combinación de una buena alimentación rica en fibra y un plan de ejercicio adecuado.

Con la llegada del verano y el calor, mantenerse bien  hidratado resulta especialmente importante. Sin embargo, solemos caer en el error de tomar bebidas con gas, zumos envasados, limonadas con alto contenido de azúcar, sorbetes o refrescos.
Incluso muchas de las bebidas y refrescos “Diet”, contienen otro tipo de compuestos que dañan a tu organismo y dificultan las digestiones provocando gases. Si bien pueden calmar la sensación de sed, suelen contener muchísimos azúcares añadidos, edulcorantes y otros compuestos que no favorecen mantener tu vientre plano.
Hoy ofrecemos 5 maneras sencillas y más saludables de mantenernos hidratados al mismo tiempo que ayudamos a nuestro organismo a eliminar toxinas y purificarse.
Son opciones de bebidas saludables, ricas y muy refrescantes, de manera que más de una sustituirá la botella de agua tradicional.

Batido de sandía
Es una fruta de temporada, con alto contenido de agua y muy rica, sobre todo después del ejercicio. Posee además cantidad de nutrientes, entre ellos  la arginina y el licopeno, que combate el cáncer.
La arginina es un nutriente que ayuda a reducir la grasa corporal y aumentar la masa magra muscular.
Puedes mezclar trozos de sandía con unos cubitos de hielo para que la textura de la mezcla quede a modo de granizado. Puedes incluir también frutos rojos, los cuales tienen un altísimo poder antioxidante, perfecto para esta época que estamos expuestos al sol.
Agua de sabores
Actualmente encontramos muchas aguas con sabores en el mercado, sin embargo, si os fijáis bien en su composición, la mayoría posee una alto contenido de azúcares añadidos, por lo que no son tan “naturales” como parecen a priori.
Opta por hacerlas en casa con la fruta o verdura que más te guste. Tan solo hay que cortar unas rodajas de la fruta o verdura, y dejarlas en una jarra de agua durante unas horas en el frigorífico. Las más refrescantes suelen ser de limón, pepino, menta / hierbabuena. Resulta una opción barata, sencilla de preparar y que podrás llevar a cualquier lugar en lugar de agua solo.
El añadir unas hojas de menta o hierbabuena a cualquiera de ellas siempre le va a dar un gusto más refrescante.
Té helado con menta
Esta opción es súper refrescante a cualquier hora. Tan solo tenemos que hacer té de menta  o un té cualquier añadiendo hojas de menta (si es en hojas mucho mejor), ya que ésta ayuda al estómago en su proceso de digestión de grasas, lo que nos ayuda especialmente antes digestiones de alimentos con alto contenido en grasas (hamburguesas, carnes) facilitando la digestión, evitando así el vientre hinchado.
Batido de chocolate negro con frutos rojos oscuro
Si eres de los que no puedes pasar sin el chocolate, aunque es una opción algo más pesada, pero un batido frío de chocolate negro mezclado con frutos rojos, podría ser una buenísimo opción para evitar picoteos y calmar las ganas de dulce.
Tanto el chocolate negro (cuanto más porcentaje e chocolate puro más beneficioso porque contiene menos grasas) como los frutos rojos, son grandes fuentes de antioxidantes naturales.
Realizaríamos la mezcla en una batidora de vaso o una licuadora, y para que quede con textura de batido, tendríamos que añadir leche descremada o una vegetal a la mezcla. Se mezclan: 4 onzas de chocolate negro puro, medio vaso de leche, 1 puñado grande de frambuesas, y un puñado de hielo.
Se bate durante aproximadamente 1 minuto, y tendrás un batido dulce y saludable, lejos de los batidos altamente procesados y con numerosos azúcares añadidos.
Té verde

Es conocido el alto poder antioxidante del té verde, además de ayudar a reducir el riesgo de cáncer y enfermedades del corazón.  El té verde contiene catequinas, antioxidantes que pueden ayudar a reducir la grasa del vientre.
Puedes tomarlo también antes de realizar ejercicio, porque sus componentes favorecen la quema de grasas durante el ejercicio aeróbico.



Microcorrientes en el estómago, la técnica contra el hambre compulsiva

¿Por qué tenemos más hambre en vacaciones? ¿Es posible evitarlo? No echar al traste la operación bikini es posible con un tratamiento inhibidor del hambre.

Si hacer una dieta puede ser una misión complicada en verano para muchos se convierte en imposible.
Las siestas, los paseos al chiringuito y las horas en las hamacas pueden arruinar el más sano de los menús, un problema que crece si lo unimos a que la inactividad produce un aumento del hambre, como confirma un estudio de la Universidad de Massachusetts. Y es que el hambre no es solo una cuestión de estómago.
"El hambre depende de un mecanismo de regulación neuroendocrino complejo en el que están implicados el cerebro, el estómago y la grasa corporal entre otros”, explica la Dra. María Julia López Andrés, Directora del Instituto Europeo de Estética Avanzada.
En ese mecanismo están implicadas diferentes hormonas como la leptina, llamada la ‘hormona de la saciedad’ que controla el hambre a nivel del cerebro y otra muy importante es la grelina, segregada en el estómago cuando éste se queda vacío, enviando una señal al cerebro que provoca la necesidad de ingerir alimento.
A pesar de lo complicado que puede resultar controlar voluntariamente el proceso hormonal, sí que existen fórmulas externas para inhibir el hambre o simplemente las ganas de comer.
Ingerir alimentos no siempre está relacionado con el hambre real, pues "cuando comemos alimentos con alto índice glucémico, hay una gran carga de glucosa proveniente de los carbohidratos, la insulina actúa rápidamente bajando la glucosa y poco tiempo después el cuerpo tiene sensación de hambre... otro factor implicado en esa sensación es el vaciamiento gástrico, que se ve aumentado cuando se comen alimentos de alto valor calórico", puntualiza la especialista.
Para cualquiera de los dos casos hay un tratamiento basado en la estimulación del dermatoma T6, que consigue en un porcentaje muy alto la inhibición del hambre, evitando así que comamos más de lo necesario y manteniendo a raya las ganas de comer y picotear.
"Consiste en estimular mediante una corriente eléctrica  de bajo voltaje, a través de una finísima aguja de acupuntura, el Dermatoma T6, y se consigue disminuir los niveles de grelina y retrasar el vaciado del contenido gástrico. Al poder controlar la sensación de hambre durante unos días, permite realizar la dieta al paciente de un modo más eficaz", detalla la doctora del IEEA, que especifica que puede someterse al tratamiento cualquier persona que quieran controlar el impulso de comer, excepto embarazadas o epilépticos.
Aunque no es un método adelgazante sí ayuda a no comer de manera compulsiva, lo que en muchos casos se verá reflejado en la báscula.
El tratamiento Dermatoma T6 consigue eliminar la ansiedad y la sensación de hambre con pinchazos similares a los de la acupuntura en el vientre del paciente, con unos resultados que prometen el éxito en dietas hipocalóricas o "como método complementario en casos en los que al alcohol y a la siesta se añada un ingesta excesiva de alimentos calóricos", aconseja López Andrés.


Cinco sencillos trucos para que tu cuerpo te pida comida saludable y no chatarras.

Comer delante de un espejo, rodearte de frutas y verduras u optar por ese menú saludable que cuesta un poquito más que la comida rápida, te ayudarán a eliminar de tu dieta los alimentos grasos y altos en calorías.


1. Rodéate de comida sana. Un estudio publicado en la revista Appetite explicaba por qué los japoneses sienten devoción por el pescado crudo y los franceses por los caracoles.
Alimentos que a simple vista pueden dar cierto repelús con los que podemos familiarizarnos si están presentes en nuestro entorno a menudo. Si llenas tu despensa y te rodeas de fruteros, verduras frescas, pastas de trigo integral, pescados o legumbres y evitas tener delante esa tentativa caja de Donettes, tu cuerpo te pedirá lo que ya conoce y sabe que le sienta bien.
2. Supera los traumas de la infancia. ¿Eres el típico “delicado con la comida” que repudia las coles de Bruselas o el hígado porque cuando eras pequeño los aborrecías? Madura.
Cierto que cuando somos pequeños nuestras papilas gustativas son más sensibles a los sabores amargos propios de muchos alimentos saludables, pero una vez pasados los 10 años puede que ya no te resulten tan asquerosos e incluso sepas apreciar sus exquisitos sabores y texturas. Por lo menos, anímate a probarlos y comprueba si de verdad te dan “tanto asco”.
3. Come delante de un espejo. Un sencillo truco avalado por científicos de la Universidad de Cornell. Por lo visto, según explicaban en su investigación, colocar un espejo en la zona en la que habitualmente comemos puede ayudar a saciar nuestro apetito ya que observar nuestro reflejo mientras comemos, reduce significativamente el consumo de alimentos poco saludables y hace que parezcan mucho menos apetitosos que los grasientos. Nos gusta vernos comer sano, y si lo hacemos a menudo acabaremos acostumbrándonos.
4. Asegúrate de que tienes hambre. ¿De verdad estás hambriento o es simple y llano aburrimiento? Si somos capaces de esperar a tener auténtico apetito nuestro estómago rugirá tanto que estará mucho más dispuesto a que le echemos un buen plato de verduras sin demandar gordadas.
Ojo, que la ciencia ha demostrado que también puede ser que tengas sed en lugar de gula, así que antes de hacer una excursión a la nevera prueba a beber algo y deja pasar unos minutos.
5. Dale a los alimentos más caros. Un estudio publicado en la revista Journal of Sensory Studies demostró que las personas que se gastaban más de 8 dólares en comer se sentían más satisfechos que quienes escogían alimentos low cost, pese a que ambos menús contenían los mismos alimentos.
¿El motivo? Tendemos a pensar que los productos más baratos son de peor calidad. No sólo eso, al ahorrarnos un dinero dejamos abierta la puerta a poder gastar un poco más y terminamos por aumentar las cantidades de comida que consumimos.